Continúa del relato anterior
Fingí que me
enfadé contigo, lo fingí porque no quería herirte más, porque ya te había
matado con esa flecha al corazón del ángel y ya daba igual, te había perdido,
no quería más sangre y me dejaste allí a Mamen, plantada en mitad desea calle
con salida al Mar, caminando hasta la avenida más cercana para coger el
autobús, el N4, el mismo en el que te decía que quería tu polla antes de saber que
dentro de mi estaba ese ser que quería sacar al animal que hay en ti, a Carmen que quería cambiar a Pedro para siempre.
No te lo voy a
ocultar, esa noche al llegar a casa lloré desconsolada, pero llore por mí,
lloré por Mamen, lloré porque con mi flecha, nos maté a los dos, mientras
Carmen miraba paciente desde el rincón de mi cama esperando a que se agotase
ese mar de lágrimas. Es curioso cómo
vivimos con más intensidad los duelos que nosotros mismos provocamos que
aquellos que vienen dados por el desdén de otros. Me volví seria, reflexiva, se
me borró la sonrisa mientras la piel mudaba lentamente a ese otro ser en el que
me convertiría, dejaba rastros de mí y de ti por cada esquina, en cada libro
que leía, en los recuerdos que guardaba, como esas escamas de serpiente que se
acaban endureciendo al sol.
Una mañana a la
hora del desayuno mi hermana Magda me dijo que no sufriese más, que tú mi ángel
eras un hijo de puta que no me merecía. Mira quien fue a hablar pensé yo, y al
levantar mis ojos de la taza de café me volvió a la cabeza esas pierna
larguiruchas refugiándose en las sombras mientras yo era follada por la polla
dulce de Pedro, de ese ángel derribado por mis flechas. Eras tu verdad? Nos veías
follar? Fue irracional, ahora que lo pienso parece que fue otra persona quien
pronunció esa pregunta. Tu asentiste y te pegué un bofetón fuerte, el que te tenía
guardado desde hacía tiempo, lo sabía , lo sabía , mala zorra, y de paso mi mano se llevó mi taza y la tuya,
otra vez el suelo echo una mierda con un fluido acuoso,y mi cara roja, esta vez
de ira, y tu mirando, joder era como un deja vue, solo faltaba el ángel.
Quieres saber lo que pasó? Y yo asentí. Siempre pensé que eras un poco zorra
pero nunca sospeche la profundidad de tu pozo, el abismo de las aguas de tu
deseo. Mi ángel, o mi lobo, te pilló una tarde en el salón masturbándote, yo
estaba en la ducha, tú en el salón abierta de piernas triturándote el clítoris con
tus dedos adolescentes obnubilada mientras mirabas la foto de papá, y
Pedro, quién coño le mandaría estar
cotilleando por la casa a ese tonto, te vió, te pilló y se acercó por detrás,
te dio que me lo diría a mí y tu sabias que yo se lo diría Mamá y ella no te
perdonaría jamás esa suciedad tuya, y tu, mala zorra accediste a su chantaje,
entendiste que el cambio quería que
saboreases la misma dulzura que yo bebía en mi dormitorio y allí, con tu cara
apoyada en el brazo del sofá, tu peinado de cleopatra adolescente , pusiste la
boca para el te la follase, despacio, a conciencia, entrando cada vez mas
dentro, hasta que el semen resbaló por tu garganta mientras el agua resbalaba
ingenua y feliz por mi piel. Con su
semen aun fresco en tu boca le dijiste que querías ver cómo me follaba, como me
hacía daño, como me convertida en una puta, y el hijo de puta de mi ángel
accedió y allí te plantaste en el pasillo viendo como me empotraba, viendo como
me vendaba los ojos, viendo como me ataba las manos y con su cinturón me azotaba
el culo hasta hacerme chillar antes de darme por el culo mientras me llamaba
zorra,, viste como tu hermana Carmen luminosa, ingenua, impoluta sacaba a la
ramera que lleva dentro, ala ramera en la que me estoy transformando. Magda,
hermanita mía, te he odiado mientras me contabas esto, y ala vez mi coño se ha
mojado. Ya nunca sabré si alguna vez
tuve a un ángel a mi lado, pero siempre me quedara el sabor dulce de su polla .
Mama nos encontró a las dos ahí calladas en la mesa de la cocina mirándonos en
silencio mientras decía hola niñitas, que hacéis, y tu sin apartar la vista de
mi respondías, nada hablábamos de dulces… y su mirada se desvanecía en ese charco de sentimientos derramados en
el suelo de la cocina.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario