Continúa del relato anterior...
Allí están esas piernas, las he reconocido al instante, como no, los palillos larguiruchos y blancos de Magda,
mi hermana pequeña. He gritado, mejor dicho he dado un gritito, me he asustado,
he intentado sacarme tu polla de mi coño y levantarme a darle un bofetón a esa
zorrita viciosa de mi hermana, pero tú me has sujetado, como si me leyeses la
mente de lo que iba a hacer y me has echado contra la cama boca arriba, me has puesto una mano
en el cuello casi ahogándome, inmovilizándome y yo echando mi cabeza hacia
atrás para corroborar lo que ya sabía, que mi hermana estaba allí abierta de
piernas masturbándose mientras tú me follabas, que ella me observaba, entraba
en mi intimidad sin permiso, me veía de una manera que no era yo, esa chica
buena y dulce allí despatarrada siendo empotrada con violencia por mi novio,
con mi cara roja de la mordaza de tu mano y de la vergüenza de ser vista por
Magda. Y así me ha sobrevenido un
orgasmo brutal, inesperado, como si entrasen en mi cuerpo y golpeasen a un
ritmo frenético cada poro de mi piel, se me he parado la respiración mientras
tú me embestías como si yo fuese de hierro, y no lo soy, mientras tú me
ahogabas con tu mano y mirabas hacia delante al pasillo de sombras, mientras mi
cuerpo se desbocaba, mientras mi cabeza renunciaba a su control, y cuando he
empezado a manotear porque me ahogaba has soltado mi cuello y han salido unos
gritos que no eran míos, era mi otro yo, ese que llevo escondido y no muestro a
nadie, la otra Carmen que mataba a la Mamen niña buena a la que todos sonríen
con dulzura, y me he meado en tu polla, a chorros, no he podido aguantarme, te
he manchado de chorros de agua y pis y yo que sé que más ha salido de mi cuerpo
como si llevase allí latente durante siglos. No he sabido cómo reaccionar
embotada por la falta de oxígeno en mi cerebro por tu mano de hierro, el
orgasmo brutal, el chorro que ha salido de mi coño, mis movimientos por ver a
mi hermana, mis intentos por escapar de ti, y tu polla embistiéndome como si me
quisieses romper.
Luego ha salido
el Pedro de siempre, el chico dulce, el ángel que me pregunta como estoy, pero
serás hijo puta, si casi me matas, y Mamen, la niña buena regresa a la
superficie y te contesta bien bien e
inmediatamente me he girado ya sentada en la cama para mirar hacia la puerta,
hacia el pasillo y allí no había nadie, y tú, Pedro, lo has negado una, dos,
mil veces que allí en la puerta estuviese mi hermana, pero yo sé que la he
visto, que era ella y me he ido a su habitación y no estaba, y al final echa un
lio, con mi cuerpo sucio de mí y de ti, con el suelo de la habitación hecho un
cristo de ese pis acuoso, con mis
piernas medio temblando, he musitado un da igual y me he ido al baño a hacer
pis, a lavarme a meterme bajo el chorro del agua, a que sea el agua caliente y
amable la que me susurre al oído que nada de esto ha sucedido.
No podría
precisar el momento concreto en que todo cambió, pero la sensación de estar
bajo el agua caliente con las marcas de tus dedos en mi cuello, mi cuerpo aun
temblando de placer, mi coño aun húmedo y mi cabeza girando como un torbellino
alrededor de las piernas de mi hermana asomando tras la puerta, esa sensación no la olvidaré en mi vida. Ni
siquiera el agua fue capaz de horadar esa imagen, de desmentir lo que mis ojos
habían visto por un instante.
Después le cogiste gusto a vendarme los ojos,
y yo me dejaba, me dejaba porque cada vez que me los vendabas te trasmutabas en
ese otro Pedro, en el chico de la polla dulce que me trataba como a un animal y
que luego después de la tormenta de golpes bofetadas, cachetes, latigazos, me
acariciaba cada centímetro de mi piel para borrar cada marca a base de amor, de
dulzura. Yo te dejaba hacer porque m coño me tenía emborrachada con sus jugos,
porque nada más verte ya me mojaba esperando secretamente que el lobo matase al
ángel, a tu ángel y que sacase a
empujones a esa Carmen que no pensaba solo sentía.
Y pasó lo que
tenía que pasar, que en un momento de dificultad, de flaqueza, de debilidad,
deje de interesarte, dejaste de buscarme y yo te hice daño como venganza, te lo
hice a propósito, le hice daño al ángel, al débil, y apunte a tu corazón. Te lo
dije así, en mitad de aquella calle de
la Barceloneta, el carrer del mar, que me había enamorado de otro, que me
follaba otro, que quería a otro, tuve que mentirte hasta ese punto para que por
última vez volviese ver al Pedro lobo y cruel. Me lo soltaste como un
escupitajo, me explicaste que mi hermana te chupaba la polla desde un día que
la encontraste en casa masturbándose, que mi polla dulce como yo la llamaba
estaba siendo compartida con mi propia hermana, y que había veces que antes de
quedar conmigo venias debajo del pantalón con el glande aun húmedo de la saliva
de la zorra de Magda, de tener su boca de zorrita ingenua lamiendo tu polla en
la esquina del garaje, o en el último piso del edificio donde vivo , o entre
los arbustos de un parque, y que mi coño era el segundo plato, el plato para
romper en añicos a embestidas.
Continuará…….
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