martes, 10 de enero de 2017

Tirando del hilo 2



 Continúa del relato anterior...

Allí están  esas piernas, las he reconocido  al instante, como no,  los palillos larguiruchos y blancos de Magda, mi hermana pequeña. He gritado, mejor dicho he dado un gritito, me he asustado, he intentado sacarme tu polla de mi coño y levantarme a darle un bofetón a esa zorrita viciosa de mi hermana, pero tú me has sujetado, como si me leyeses la mente de lo que iba a hacer y me has echado contra  la cama boca arriba, me has puesto una mano en el cuello casi ahogándome, inmovilizándome y yo echando mi cabeza hacia atrás para corroborar lo que ya sabía, que mi hermana estaba allí abierta de piernas masturbándose mientras tú me follabas, que ella me observaba, entraba en mi intimidad sin permiso, me veía de una manera que no era yo, esa chica buena y dulce allí despatarrada siendo empotrada con violencia por mi novio, con mi cara roja de la mordaza de tu mano y de la vergüenza de ser vista por Magda.  Y así me ha sobrevenido un orgasmo brutal, inesperado, como si entrasen en mi cuerpo y golpeasen a un ritmo frenético cada poro de mi piel, se me he parado la respiración mientras tú me embestías como si yo fuese de hierro, y no lo soy, mientras tú me ahogabas con tu mano y mirabas hacia delante al pasillo de sombras, mientras mi cuerpo se desbocaba, mientras mi cabeza renunciaba a su control, y cuando he empezado a manotear porque me ahogaba has soltado mi cuello y han salido unos gritos que no eran míos, era mi otro yo, ese que llevo escondido y no muestro a nadie, la otra Carmen que mataba a la Mamen niña buena a la que todos sonríen con dulzura, y me he meado en tu polla, a chorros, no he podido aguantarme, te he manchado de chorros de agua y pis y yo que sé que más ha salido de mi cuerpo como si llevase allí latente durante siglos. No he sabido cómo reaccionar embotada por la falta de oxígeno en mi cerebro por tu mano de hierro, el orgasmo brutal, el chorro que ha salido de mi coño, mis movimientos por ver a mi hermana, mis intentos por escapar de ti, y tu polla embistiéndome como si me quisieses romper.

Luego ha salido el Pedro de siempre, el chico dulce, el ángel que me pregunta como estoy, pero serás hijo puta, si casi me matas, y Mamen, la niña buena regresa a la superficie y te contesta  bien bien e inmediatamente me he girado ya sentada en la cama para mirar hacia la puerta, hacia el pasillo y allí no había nadie, y tú, Pedro, lo has negado una, dos, mil veces que allí en la puerta estuviese mi hermana, pero yo sé que la he visto, que era ella y me he ido a su habitación y no estaba, y al final echa un lio, con mi cuerpo sucio de mí y de ti, con el suelo de la habitación hecho un cristo de ese pis acuoso,  con mis piernas medio temblando, he musitado un da igual y me he ido al baño a hacer pis, a lavarme a meterme bajo el chorro del agua, a que sea el agua caliente y amable la que me susurre al oído que nada de esto ha sucedido.

No podría precisar el momento concreto en que todo cambió, pero la sensación de estar bajo el agua caliente con las marcas de tus dedos en mi cuello, mi cuerpo aun temblando de placer, mi coño aun húmedo y mi cabeza girando como un torbellino alrededor de las piernas de mi hermana asomando tras la puerta,  esa sensación no la olvidaré en mi vida. Ni siquiera el agua fue capaz de horadar esa imagen, de desmentir lo que mis ojos habían visto por un instante.
 Después le cogiste gusto a vendarme los ojos, y yo me dejaba, me dejaba porque cada vez que me los vendabas te trasmutabas en ese otro Pedro, en el chico de la polla dulce que me trataba como a un animal y que luego después de la tormenta de golpes bofetadas, cachetes, latigazos, me acariciaba cada centímetro de mi piel para borrar cada marca a base de amor, de dulzura. Yo te dejaba hacer porque m coño me tenía emborrachada con sus jugos, porque nada más verte ya me mojaba esperando secretamente que el lobo matase al ángel,  a tu ángel y que sacase a empujones a esa Carmen que no pensaba solo sentía.


Y pasó lo que tenía que pasar, que en un momento de dificultad, de flaqueza, de debilidad, deje de interesarte, dejaste de buscarme y yo te hice daño como venganza, te lo hice a propósito, le hice daño al ángel, al débil, y apunte a tu corazón. Te lo dije así, en mitad  de aquella calle de la Barceloneta, el carrer del mar, que me había enamorado de otro, que me follaba otro, que quería a otro, tuve que mentirte hasta ese punto para que por última vez volviese ver al Pedro lobo y cruel. Me lo soltaste como un escupitajo, me explicaste que mi hermana te chupaba la polla desde un día que la encontraste en casa masturbándose, que mi polla dulce como yo la llamaba estaba siendo compartida con mi propia hermana, y que había veces que antes de quedar conmigo venias debajo del pantalón con el glande aun húmedo de la saliva de la zorra de Magda, de tener su boca de zorrita ingenua lamiendo tu polla en la esquina del garaje, o en el último piso del edificio donde vivo , o entre los arbustos de un parque, y que mi coño era el segundo plato, el plato para romper en añicos a embestidas.

Continuará…….

No hay comentarios:

Publicar un comentario